En Verona (nos encontramos en la ciudad de Julieta y Romeo, en Veneto), el Pandoro no es el único dulce típico de las festividades navideñas, también está el Nadalin. Un producto de nicho y menos comercial, que muchos veroneses "de soca" prefieren porque lo consideran más ligado a la ciudad, siendo el primero ya convertido en un dulce nacional y de exportación.
Según la tradición, fue inventado a finales del siglo XIII para celebrar la primera Navidad después de la investidura de los nobles Della Scala que se habían convertido en Señores de Verona y simbolizar la grandeza de la ciudad. Es un dulce poco leudado y no muy alto, que del moderno Pandoro es sin duda el padre, con el que comparte la misma forma de estrella de ocho puntas, aunque menos delineada y precisa.
Respecto al dulce nacido a finales del siglo XIX de las manos de Domenico Melegatti, la preparación del Nadalin es más simple y rápida, sin esos laboriosos amasados que caracterizan la fermentación del Pandoro. El resultado es un dulce menos esponjoso pero muy sabroso, cuyo sabor está enriquecido por la fruta seca que completa el glaseado realizado en la superficie.
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