Pan, pasta, fruta,
verdura, muchísimos legumbres,
aceite de oliva virgen extra, pescado y muy poca carne: son los ingredientes básicos de la
Dieta Mediterránea, declarada por la
Unesco “
Patrimonio oral e inmaterial de la Humanidad”. La razón de tal honorificación es que otorga
beneficios altísimos para nuestra salud. ¿El primero en demostrar la eficacia de nuestra dieta? No un italiano, sino un americano:
Ancel Keys.
El famoso fisiólogo de Colorado Springs fue consultor del Departamento de Guerra americano durante la Segunda Guerra Mundial y se hizo famoso por haber inventado la Ración K de supervivencia, adoptada posteriormente por muchos otros ejércitos. Al final de la guerra, después de haber acompañado a los soldados en numerosas batallas, recordó un pequeño paraíso, en Italia: el Cilento, Pollica, Pioppi y su pequeño puerto. Decidió regresar a vivir allí, en una espléndida villa frente al mar. En Pioppi, todos recuerdan a Ancel y Margaret Keys hasta hoy.
Ancel se dio cuenta de que la población local tenía una edad decididamente más alta en comparación con la esperanza de vida que él conocía, por lo que estudió las tradiciones, enfocándose especialmente en la alimentación. Él, que fue conocido sobre todo por sus estudios sobre la epidemiología de las enfermedades cardiovasculares, conocía muy bien las problemáticas de la comida americana que tenían repercusiones negativas sobre la salud y la longevidad de sus compatriotas.
En Pioppi, en la posguerra,
la pobreza era generalizada en todas partes y
la cocina era esencial. En particular, la gente cilentana estaba ligada a las producciones locales de tomates, de
aceite de oliva virgen extra y de la famosa
pasta de las tierras de Gragnano. La pasta con salsa de tomate era el plato diario más simple, acompañado de pescado de mar y del pan de los antiguos hornos de piedra.
Ancel y su esposa Margaret dedicaron toda su vida y experiencia para respaldar la tesis de que ese tipo de dieta mediterránea era un elemento determinante de la longevidad y, sobre todo, de la ausencia de enfermedades cardiovasculares entre las personas.
En 1975 publicaron el tratado científico divulgativo Eat well and stay well, the Mediterranean way (editorial Doubleday): fue un éxito increíble que trajo la atención sobre una tierra olvidada por todos debido a la pobreza y las enfermedades causadas por la guerra. Así nacieron comunidades en todo el mundo de hombres y mujeres que comenzaron a utilizar los productos del Mediterráneo y la pirámide dietética propuesta por Ancel se convirtió en un must.
Ancel, curiosamente, vivió hasta los 100 años en Pioppi y fue el ejemplo viviente de la validez de sus estudios. Gracias a Ancel y Margaret, la Unesco incluyó la Dieta Mediterránea en 2010 en la Lista de Patrimonios Culturales Inmateriales de la Humanidad de Italia, Marruecos, España y Grecia. Desde 2013, este reconocimiento se ha extendido también a Chipre, Croacia y Portugal.
Bernardo Pasquali
S&M