Entre las provincias de Verona y Vicenza hay una aldea en la que el tiempo parece haberse detenido de verdad ya que el espíritu con el que los ancestros creaban sabores y armonías de barrio continúa incluso hoy, en la era digital y de la despersonalización.
Aquí en Brenton, una fracción de Roncà, hay un tesoro escondido hecho de familias y... bodegas. En los frescos locales de las casas adyacentes una a otra se pueden encontrar, colgados del techo, sopresas y embutidos hechos artesanalmente como antes, como enseñaban los mayores. Precisamente del pueblito toma nombre la Sopressa de Brenton, típica para un antipasto o para un segundo plato junto a una caliente polenta amarilla asada a la parrilla.
Pero quienes hacen estas delicias son siempre las familias, las mismas que, justo como en tiempos pasados, hacen pan en el horno del barrio. Un rito bellísimo, que tiene en sí el sentido de la compartición de un alimento sagrado como el pan, preparado en la famosa (en estas partes) versión del "pan biscoto", es decir, cocido dos veces para obtener la clásica crocancia que tanto gusta con las sopresas.
¿La combinación clásica? Sin duda un buen durello, el vino típico de la zona, de sabor decidido, mineral, lleno de personalidad.
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