Cuando saboreamos un Franciacorta, disfrutamos de la riqueza de una tradición que se remonta al siglo VIII d.C., cuando la abadía femenina de Santa Giulia en Brescia producía el mejor vino de la comunidad de los benedictinos.
Las burbujas mismas tienen orígenes en el siglo XIII, con preciados vinos blancos efervescentes destinados a los paladares más exigentes.
El viaje de Berlucchi en el mundo del espumante comienza con una propuesta audaz de Franco Ziliani, enólogo visionario.
En 1961, une fuerzas con el noble Guido Berlucchi y el amigo Giorgio Lanciani para crear el primer Pinot de Franciacorta.
Después de algunos desafíos iniciales, en 1962, tres mil botellas son destapadas, revelando un éxito extraordinario.
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La unicidad de un Franciacorta refleja el eclecticismo de Franco Ziliani, figura clave que ha cambiado el destino de la región.
Hoy, los tres hijos de Ziliani, Cristina, Arturo y Paolo, continúan con la herencia, lanzando líneas innovadoras como '61, Berlucchi '61 Nature y Palazzo Lana Riserva.
Palazzo Lana, con su sala del caminadù, es el lugar donde todo comenzó.
Construido en el siglo XVI y enriquecido en el siglo XVII, el palacio es un tesoro arquitectónico que alberga obras de arte únicas.
Sus antiguas paredes cuentan historias de encuentros, pasiones e innovaciones, creando una atmósfera que se percibe incluso hoy durante eventos culturales y visitas guiadas.
Los viñedos certificados orgánicos desde 2016 representan la excelencia en la viticultura franciacortina.
La filosofía productiva se basa en principios interconectados de calidad y sostenibilidad.
Los viñedos, analizados con proyectos innovadores como Mille1Vigna, se distinguen por su singularidad.
La biodiversidad del suelo, confirmada por análisis Biopass, demuestra el compromiso con la salud del terreno.
El territorio de Franciacorta (aquí encuentras la diferencia entre Prosecco y Franciacorta) es una mezcla única de dotes naturales y maestría transmitida durante siglos.
Las colinas elegidas por los antepasados de la familia Berlucchi en el siglo VIII para el cultivo de la vid ofrecen un suelo morénico, un microclima templado del lago de Iseo y brisas frescas del Val Camonica.
Estas condiciones únicas crean el contexto ideal para el cultivo de la vid.
La palabra "Franciacorta" cuenta una historia medieval, cuando las tierras al norte del lago de Iseo eran "francae curtes", libres de impuestos gracias a la labor de desaguamiento de los monjes cluniacenses.
Este nombre es un homenaje a la libertad y a la rica historia de este territorio.
Berlucchi, con su maestría y pasión, continúa ofreciendo no solo vinos extraordinarios, sino también una auténtica experiencia culinaria italiana.
Cada sorbo es un viaje a través de los siglos, una celebración de tradición e innovación que hace de Berlucchi una excelencia italiana en el mundo del vino.
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