La pasta es sin duda el símbolo por excelencia de la italianidad en el mundo y constituye uno de los alimentos más consumidos en las mesas de la mayoría de los italianos. Probablemente estamos acostumbrados, cuando hablamos de pasta, a pensar en la clásica pasta seca producida con sémola de trigo duro refinada, o en la más casera pasta fresca de huevo. Dicho esto, es importante subrayar cómo en los últimos años han surgido muchísimas nuevas variedades de pasta que se diferencian esencialmente por las materias primas utilizadas para producirlas y, por lo tanto, también por un diferente aporte nutricional pero también, sobre todo, por su sabor.
Una de las tipologías más difundidas es sin duda la pasta integral (descubre todos los formatos de pasta integral que tenemos disponibles), una variante que responde esencialmente a necesidades relacionadas con las exigencias alimentarias impuestas por algunas dietas. Por honor a la verdad, es necesario decir que cualquier tipo de pasta puede ser integral dado que el hecho de serlo no es una característica intrínseca de la pasta misma, sino que depende simplemente del uso de un tipo diferente de harina.
La pasta integral se produce utilizando la harina integral que se caracteriza por un grado diferente de elaboración, y por lo tanto de refinación, que sufre el cereal utilizado. De hecho, es precisamente esta diferente elaboración de la harina, producida moliendo el cereal entero, la que confiere a esta pasta su típico color marrón.
La pasta integral se produce entonces mezclando agua y sémola integral de trigo duro, y por lo tanto, desde un punto de vista químico-compositivo, no se identifican diferencias con respecto a la blanca refinada; sin embargo, existen diferencias importantes que se refieren a sus valores nutricionales y, en específico, al contenido de vitaminas, sal y fibra.
Esto, como ya se mencionó anteriormente, depende del tratamiento que sufre la sémola integral de trigo duro: el trigo duro que se muele entero manteniendo también el salvado, que es la parte más externa del cereal que generalmente representa el subproducto de la molienda del grano de cereal, eliminada en cambio cuando se produce la harina blanca refinada.
También se utiliza el germen de trigo, es decir, la parte reproductiva de la semilla, que también se descarta generalmente durante los procesos de refinación de la harina. Por lo tanto, la harina integral es la más completa desde el punto de vista nutricional ya que contiene todas las partes del cereal.
El procedimiento con el que se produce la pasta integral es prácticamente idéntico al que se utiliza para la pasta "normal" y el resultado es prácticamente idéntico si no fuera por su aspecto que difiere solo por el color, más oscuro y tendente al marrón.
Como ya se mencionó, la diferencia está en los valores nutricionales. La pasta integral es más completa desde el punto de vista nutricional porque contiene en promedio más fibra, proteínas, vitaminas y sales minerales como hierro, fósforo y zinc.
Además, es un tipo de pasta que presenta menos calorías porque, además de contener menos lípidos, las fibras presentes en su interior tienen la capacidad de retrasar la absorción de los carbohidratos en el tracto intestinal.
En la dieta diaria sería recomendable incluir la pasta integral ya que, solo el hecho de comerla más a menudo, es sin duda uno de esos hábitos simples que, sin grandes esfuerzos, podrían hacer una gran diferencia para nuestra salud. La pasta integral aporta numerosos beneficios al organismo: en primer lugar, gracias a su mayor contenido de fibra, favorece el transito intestinal y reduce también el riesgo de aparición de enfermedades del sistema cardiovascular.
Los azúcares presentes en mayor cantidad en la pasta integral son los beta-glucanos, muy útiles para reforzar el sistema inmunológico y bajar los niveles de glucosa y colesterol en sangre ya que tienen la capacidad de unirse, dentro del tracto intestinal, a estas dos moléculas limitando así su absorción.
Además, la importante presencia de vitaminas del grupo B, en particular de las vitaminas B1, B2 y B3 contenidas en el salvado y en el germen, es importante para la salud del sistema nervioso y cardiovascular porque favorecen la producción de energía a nivel celular.
La vitamina E y los polifenoles, que también están presentes en el salvado y en el germen, poseen propiedades antioxidantes capaces de prevenir el envejecimiento celular. No menos importante es el hecho de que la pasta integral tiene un índice glucémico más bajo; este aspecto, sumado al alto contenido de fibra, hace de la pasta integral el alimento óptimo para incluir en las dietas de adelgazamiento en lugar de la refinada, ya que las fibras, además de limitar la absorción de los carbohidratos, también dan una mayor sensación de saciedad.
Resumiendo: menos calorías, más fibra, más vitaminas pero también un sabor completamente particular que logra hacer de la pasta integral una alternativa realmente sorprendente para preparar muchísimas recetas entre las más clásicas pero también entre las más imaginativas.
La pasta integral puede resultar una agradable alternativa a la clásica pasta producida utilizando sémola de trigo duro refinada. De hecho, la pasta integral se caracteriza por un sabor más característico, aunque no invasivo, que evoca notas delicadas de madera, típicas del ahumado. En realidad, la diferencia no es tan marcada una vez aliñada y su sabor, aunque sea más contundente, se acompaña bien a muchas combinaciones.
Se parte de salsas frescas a base de verduras como tomates cherry, calabacines, pero también con verduras típicamente más invernales como la calabaza, combinándola con quesos o con fiambres cortados en cubos como speck o cocido. La pasta integral también se puede servir con las recetas más clásicas de la tradición culinaria original como, por ejemplo, con ragú o pesto. ¡Deja volar tu imaginación en la cocina con la pasta integral! Elige la salud sin tener que renunciar al sabor.
Ilaria Chesini
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