“Alegría de la montaña”, esta es la etimología del nombre de una hierba aromática que ha estado presente en nuestras mesas desde siempre, el orégano.
Esta hierba aromática es un elemento indispensable de nuestra cocina: una verdadera pizza napolitana no puede existir sin orégano, así como no se puede imaginar una pizzaiola sin su intenso y fragante aroma.
El orégano ya era ampliamente cultivado y apreciado en los albores de antiguas civilizaciones como la egipcia, y se utilizaba no solo para fines culinarios, sino también medicinales.
En la antigua Grecia, los novios eran adornados con guirnaldas hechas de orégano, considerado símbolo de fertilidad y prosperidad. Los antiguos romanos lo empleaban en la cocina para la preparación de numerosos platos.
El orégano, cuyo nombre científico es Origanum vulgare, es un arbusto perenne de la familia de las Lamiáceas.
El tallo es erguido, cuadrangular, de 50-80 cm de altura, y las hojas son ovaladas y lanceoladas.
Las flores se agrupan en espigas en la cima de los tallos y son de un hermoso color blanco-rosado-rojo.
La planta a menudo se confunde con la mejorana (Origanum majorana, que es de la misma familia) ya que la apariencia es muy similar, pero el sabor y el aroma son muy diferentes ya que la mejorana no contiene los aceites esenciales propios del orégano.
El orégano no es amado por las hormigas: basta con espolvorearlo sobre alféizares y balcones y recordar reemplazarlo a menudo para mantenerlas alejadas.
Cultivada junto a otras hierbas, esta planta tiene una acción antiparasitaria sin efectos secundarios.
Si se desea infundir a los alimentos asados solo un ligero aroma, se pueden quemar ramitas de orégano sobre las brasas de la parrilla.
El orégano se utiliza ampliamente para dar sabor a carnes, pescados, setas y verduras.
Es un ingrediente fundamental de la pizza tradicional y también se puede emplear en la preparación de salsa de tomate, ensaladas frescas de temporada y muchos otros platos mediterráneos como la carne a la pizzaiola; además, se utiliza para dar sabor a platos tanto cocidos como crudos, quesos, ensaladas de tomate, para conservar verduras en aceite y vinagre, en salsas y en licores digestivos.
Para mantener intacto su aroma, se recomienda conservar el tarro en una despensa sin exponerlo a la luz y cerrar herméticamente la tapa una vez utilizado el producto.
El orégano es mucho más que una simple hierba aromática: de hecho, es rico en propiedades gracias a sus principios activos, los fenoles: timol y carvacrol, el hierro, el calcio, el magnesio y la vitamina C contenidos en las flores y en las hojas.
En septiembre de 2010, en la revista “Foodbourne Pathogens and Disease” se publicó un estudio realizado por investigadores españoles en el cual se demuestra que, gracias a los fenoles, el orégano inhibe el crecimiento de bacterias y mohos típicos de la contaminación alimentaria.
Un estudio más publicado en “Proceedings of the National Academy of Sciences”, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bonn en Alemania y del ETH Zurich en Suiza, ha permitido identificar en el orégano una sustancia, conocida con el nombre de beta-cariofileno, que parece ser capaz de contrarrestar ciertos estados inflamatorios.
El orégano se utiliza ampliamente también en el campo cosmético: de hecho, parece actuar sobre la circulación periférica, en particular cuando el metabolismo es lento y la retención de líquidos se concentra en manos y pies.
En los balnearios se prepara el aceite de orégano para realizar masajes drenantes.
La infusión de orégano añadida al agua del baño tiene un fuerte poder relajante, mientras que si se usa para lavar el cabello, lo fortalece.
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