La cocina modenesa, junto con la cocina boloñesa, representan la
excelencia de la alimentación emiliana.
Se habla de tortellini o del Parmigiano Reggiano ya desde 1300, en las célebres novelas del Decamerón de Boccaccio. Patria del
Aceto Balsámico Tradicional de Módena, del
Cotechino IGP, del Zampone de Módena y de los vinos, cuyos más conocidos son el Lambrusco de Módena y el
Lambrusco Grasparossa de Castelvetro (MO). La tradición norcina está muy desarrollada en estos territorios.
La ciudad cuenta con una historia milenaria, rica en cultura y tradiciones. En sus orígenes era un sitio etrusco, luego galo antes de convertirse en colonia romana con el nombre de “Mutina”, que probablemente indica una colina o un promontorio. Entre los siglos V y VII fue abandonada debido a las frecuentes inundaciones del Secchia y del Panaro, los dos ríos que la rodean, y a los frecuentes saqueos. Comenzó a repoblarse tras la construcción de la sede episcopal y las murallas en 891, deseadas por el obispo Leodolino. La magnífica catedral fue erigida por la señoría episcopal al gobierno hasta 1135, luego comenzó la autonomía municipal. Pero el municipio fue pronto conquistado por la Bologna güelfa y posteriormente por los Estensi de Ferrara.
En 1598, el duque César de los Estensi traslada a Módena la capital de su estado, que entre invasiones de italianos y extranjeros logró sobrevivir hasta la Unificación de Italia, capitulando solo ante las tropas de Napoleón. Entre el siglo XIX y el XX, la provincia se convirtió en baluarte de movimientos primero socialistas y luego comunistas.
El Duomo de Módena, la Torre Cívica y la Plaza Grande, son monumentos inscritos en 1991 como patrimonio de la humanidad por la Unesco.