Si no es de Gragnano, ¿qué pasta es? Podríamos tomar prestado un conocido eslogan publicitario italiano para describir este milagro gastronómico italiano.
Hemos querido la pasta de Gragnano a toda costa, la hemos elegido entre tantas propuestas y hemos querido que la pastelería fuera el Mulino di Gragnano, porque en su pasta hay valores históricos y de tradición que en muchas otras marcas ya se han perdido.
El agua que llega a la pastelería Mulino di Gragnano es aún la que brota de los Montes Lattari y que, en parte, desemboca también en la hermosa fuente del pueblo. Un agua de manantial que atraviesa rocas y calizas centenarias y se enriquece de toda la mineralidad que sirve para alimentar el sabor, el grosor y la estructura compacta y porosa de la pasta.
La historia de la pasta de Gragnano comienza en los antiguos edificios del centro de Gragnano, donde, justo como se hacía antes, hay un taller para la pasta corta y para la pasta larga. Uno de estos se encuentra justo a lo largo de la vía que recoge el aire que asciende del mar y que permite durante cientos de años el secado natural de las formas de la sémola de trigo duro amasada con el agua.
El Mulino di Gragnano se considera uno de los cinco mejores pastificios de Gragnano. Basta probarla para entender lo que significa una pasta de excelencia. Una pasta que no tiene rivales en absorber salsas cremosas y salsas más líquidas.
Ideal para primeros platos de pescado. Simplemente perfecta para salsas y purés de tomate y albahaca fresca. Difícil resistirse a la perfección de las linguine al pesto o con almejas.
Los formatos que son más solicitados y que encuentran el mayor número de ventas son, sin duda, aquellos que representan mejor la cocina napolitana y costera. Formatos también raros y típicos como por ejemplo O'Siscariello, el Fusillo al Ferretto, los Paccheri y las Mafalde. Sin mencionar la Calamarata que se vuelve ideal para un salteado con gambas o con calamares en salsa de tomate.
La forma, el grosor, son fruto de la tradición familiar. El Spaghetto doppio tiene la curva que destaca el hecho de que todavía hoy se seca mientras está colgado de un hilo como en tiempos. Es un espectáculo único ver los espaguetis colgados en los antiguos colgadores como sábanas al viento. Espaguetis que tienen por lo tanto la longitud doble de aquellos a los que estamos comúnmente acostumbrados, pero que permiten absorber aún mejor y en mayor cantidad los condimentos en el plato. Ideales para enrollar en el tenedor para platos y exquisiteces gourmet.
Bernardo Pasquali
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