El inconfundible aroma de dulces recién horneados llena el aire, anunciando la llegada de la Navidad en Italia. Es un periodo en el que las familias se reúnen y comparten tradiciones culinarias transmitidas de generación en generación.
Anteriomente hablamos de pandoro y mandorlato y hoy queremos hablar de otras tradiciones regionales.
El panettone, originario del Norte de Italia, es una suave delicia con aromas de cítricos y frutas confitadas, que tras años de industria hoy es redescubierto hecho por artesanos del gusto.
Su historia se remonta al siglo XV en Milán.
Se dice que el joven Ulivo de los Atellani creó esta delicia para conquistar el amor de su amada, hija de un panadero. Una leyenda cuenta que el cocinero, encargado del banquete navideño de Ludovico il Moro, olvidó el dulce en el horno, quemándolo. En medio de la desesperación, un criado sugirió utilizar lo que quedaba en la despensa, dando origen al panettone.
El pandoro, en cambio, es una especialidad veronesa, símbolo de las festividades. Su forma de estrella y la cobertura de azúcar glas recuerdan la magia de las noches estrelladas de Navidad. En 1884, Domenico Melegatti, fundador de la industria de dulces veronesa, introdujo el pandoro.
Su receta original, que modificaba la de un dulce tradicional, el levà, tuvo tanto éxito que ningún imitador logró replicarla.
Hoy, el pandoro es uno de los dulces navideños italianos más populares (aquí encuentras un poco más de historia del pandoro y del panettone) y se puede degustar en varias versiones, como con relleno de crema pastelera o cubierto de chocolate.
En Toscana, el panforte es el indiscutible protagonista: un dulce rico y contundente, enriquecido con especias, nueces y frutas secas, con una historia que se remonta al año mil.
En Lacio, en cambio, el pangiallo, con sus almendras y fruta confitada, es una auténtica joya dorada que no puede faltar en las mesas navideñas.
Esta delicia tiene su origen en la época imperial y se solía consumir durante la celebración del solsticio de invierno, simbolizando el regreso del sol.
El Sur de Italia es célebre por sus únicas tradiciones culinarias navideñas.
En Campania, el rococò destaca con su irresistible combinación de almendras, miel y cáscara de naranja, pero no es el único dulce de las festividades: zeppole y mostaccioli también juegan un papel central en las celebraciones navideñas.
En Salento, en cambio, las cartellate, cubiertas de miel y vincotto, son los dulces típicos de las festividades.
Su forma, en la tradición cristiana, representa el halo o las bandas con las que Jesús niño fue envuelto.
En Italia, la Navidad es una explosión de sabores y tradiciones.
Las diferentes regiones ofrecen una variedad de dulces navideños, cada uno con su propia historia y significado.
Estos dulces no son solo comida, sino un lazo con el pasado y un símbolo de amor familiar.
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